miércoles, 6 de agosto de 2014

¡Desinfórmese!

Imagínese que vive en una isla desierta y acaba de tener a su bebé. No hay expertos ni parientes que le digan que hacer. Seguramente, de una manera instintiva, usted criaría a su bebé con mucho apego, es decir, usted daría de lactar, mantendría a su bebé físicamente cerca de usted a todo momento (incluso al dormir por la noche) y respondería a sus necesidades apropiadamente. En aquella isla imaginaria no hay cunas ni carritos de bebé. Usted cargaría a su bebé constantemente en la espalda o en su pecho con un rebozo , fular o con hojas de palmera , por último. Sería como llevar otro accesorio de vestir. 





Las culturas más antiguas y tradicionales de crianza, sin tener manual ni expertos a su lado, parecían hacer un mejor trabajo en criar a sus hijos que las generaciones actuales. La incorporación del castigo físico como técnica de disciplina , de hecho, es un fenómeno relativamente reciente considerando los 6 o 7 millones de años que la humanidad ha existido en este planeta. La psicología conductista de los años veintes y treintas influyó mucho a las culturas de occidente. Antes de Watson, Pavlov y Skinner, la crianza estaba guiada por el instinto. No se escribían libros con temas de disciplina. 


Paulatinamente y sin mala intención aparente, hemos sido mal informados y nos urge un proceso de des-información, debemos despojarnos de lo que no sirve, de las prácticas de crianza que nos han vendido y que la ciencia ha catalogado como prácticas perjudiciales. 

A lo largo de estos últimos 100 años, la meta de las culturas occidentales ha sido formar seres humanos que se adapten a las necesidades de los adultos y de la sociedad. Si el niño no se comporta como adulto, viene enseguida la vergüenza de los padres, la misma que resulta en reprimendas. Esta visión ilógica acerca de lo que se espera de los niños hace que ellos se vean a si mismos como incapaces de guiar su propia vida, sus comportamientos y opiniones. Crecen pensando que algo externo (sus padres, la escuela, los amigos) están más capacitados para guiar sus vidas. El resultado es una cultura de personas que viven constantemente buscando la aprobación de otros; seres humanos cuyas depresiones y desdichas se basan en la búsqueda externa de aceptación mientras en el proceso se pierden el disfrute de una seguridad que guíe sus vidas desde adentro.
Estos son algunos ejemplos de cómo la sociedad ha moldeado nuestra visión acerca de la crianza de los niños:
- En relación al parto- se ha hecho creer a las madres que sólo los doctores están capacitados para recibir a un bebé, así el parto sea natural y sin complicaciones. Como consecuencia, no cuestionamos que se nos hace en los hospitales. A final de cuentas los doctores son los únicos que nos pueden ayudar para minimizar el dolor  ¿verdad?. Pagaríamos lo que sea para evitar los dolores del parto.
- En relación al comer- dado que se piensa que el llanto es la única manera de comunicación del bebé , se ignoran sus otras señales de hambre y el bebé se resigna a recurrir al  llanto como la  única manera en la que mamá responde a sus necesidades (una mamá obediente pues hace lo que el doctor le dice).
- En relación al aprendizaje- al ser constantemente corregidos, los niños pierden fé en sí mismos. Se vuelven inseguros y con una constante necesidad de atención y aprobación.
- En relación al juego- si el niño prefiere jugar sólo, la sociedad ha programado a los padres a pensar que eso está mal. Los padres por ende fuerzan a sus hijos a jugar con otros.
- En relación al dormir- se niega a los bebés su necesidad básica de dormir cerca de sus madres tanto en los hospitales como en casa.  Después de unos años, si el niño quiere dormir con sus padres, la sociedad ha programado a esos padres a pensar que eso es un problema. ¡Ni se lo cuenten a la psicóloga de la escuela! 
Sandra Ramírez M.S.E.

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